Después de dar a conocer algunas características del trabajo infantil y adolescente en la minería artesanal de oro, intentaremos dar algunas respuestas a las preguntas con las que iniciamos esta reflexión: ¿Deben ser los NATS completamente apartados de dicha actividad? ¿O sólo deben mejorarse las condiciones de salud y de seguridad en la mina? ¿Quiénes deben ser considerados niños y adolescentes en riesgo cuya incorporación a este trabajo debe prevenirse?
El trabajo minero infantil ayuda a responder, en el corto plazo, la situación de pobreza, pero a largo plazo no permite que dicha situación se modifique; muy por el contrario, solo dejan secuelas muy profundas que harán que mañana aquel niño o adolescente que fue minero, sea padre o madre de otros niños mineros, es decir que sus hijos también serán pobres, explotados y con menos posibilidades de superar su condición de exclusión.
La mayoría de NATS mineros sufren de anemia, desnutrición crónica, tuberculosis, afecciones óseas, intoxicación por inhalación de mercurio y cianuro, contusiones, cortes, fracturas. En zonas frías existe una alta incidencia de reumatismo y artritis, así como severas enfermedades respiratorias. En algunas zonas los niños se inician precozmente en el consumo de la coca para tener más fuerza o para no tener hambre y sueño. Muchos NATS mineros dejan de ir a la escuela, pero los que sí van presentan problemas de rendimiento escolar que se traduce en repeticiones o abandono del colegio, dificultad para aprender y comprender al profesor, se duermen en clases ya sea por cansancio físico, por cuadros de desnutrición o por la exposición al mercurio y cianuro. Son niños que pierden doblemente, porque pierden su presente y sacrifican su futuro.
Se puede concluir que este tipo de trabajo debe ser combatido, necesitando de acciones globales, que incluyan desde un nivel internacional, como los convenios de la organización internacional del trabajo (OIT), hasta la voluntad de aquellos que estén más cerca, en las comunidades donde ocurre.Pensar en una solución para el trabajo infantil, en un primer momento, parece sencillo: "sacarlos del trabajo y ponerlos en la escuela". Sin embargo se trata de una tarea muy compleja, que supone cuestiones no sólo económicas, sino también sociales, culturales y políticas.
Dada la complejidad del problema y de las causas que subyacen a él, el retiro sostenible de los niños de esta actividad no es factible por la simple disposición de la ley o a la fuerza. Retirar niños de este trabajo sin cambiar las condiciones de la minería artesanal ni la situación de estas familias y comunidades, no garantiza que otros niños no reemplacen a los retirados, o que estos no se desplacen de una zona minera a otra. Es por ello que la preocupación por este tipo de infancia y adolescencia debe concretizarse en proyectos de desarrollo con un enfoque de desarrollo sostenible.
A nivel global, el Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) es la mayor propuesta de cooperación técnica del mundo en materia de trabajo infantil. El IPEC estimula, orienta y apoya en más de 60 países las iniciativas de los gobiernos para eliminar el trabajo infantil. Desarrolla proyectos para crear las condiciones óptimas para erradicar progresivamente el trabajo infantil en la minería artesanal en el Perú. Dichos proyectos se desarrollan en colaboración con diversos actores sociales entre los cuales se encuentran organismos del Estado como el Ministerio de Energía y Minas, Ministerio de Trabajo, MIMDES, Ministerio de Educación, ministerio de salud así como las ONGs.
Hay un porcentaje alto de NATS en la provincia de Sánchez Carrión que necesita trabajar, que opta por resolver su problema de sobrevivencia a través de algo productivo. No optan por robar ni mendigar, pero en su necesidad sólo ven el día presente, no importa el después. Hay miedo de tener hambre y de ello se aprovechan los que realmente ganan, no importando si las actividades a la que exponen a los NATS son ilegales y altamente dañinas. Se trata de una problemática urgente que no podemos seguir ignorando.
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El trabajo infantil en minería artesanal presenta características que lo ubican como una de las peores formas de trabajo infantil, cuya eliminación está prevista en el convenio 182 de la OIT, ratificado por el Estado peruano en el 2002.
El trabajo minero infantil ayuda a responder, en el corto plazo, la situación de pobreza, pero a largo plazo no permite que dicha situación se modifique; muy por el contrario, solo dejan secuelas muy profundas que harán que mañana aquel niño o adolescente que fue minero, sea padre o madre de otros niños mineros, es decir que sus hijos también serán pobres, explotados y con menos posibilidades de superar su condición de exclusión.
La mayoría de NATS mineros sufren de anemia, desnutrición crónica, tuberculosis, afecciones óseas, intoxicación por inhalación de mercurio y cianuro, contusiones, cortes, fracturas. En zonas frías existe una alta incidencia de reumatismo y artritis, así como severas enfermedades respiratorias. En algunas zonas los niños se inician precozmente en el consumo de la coca para tener más fuerza o para no tener hambre y sueño. Muchos NATS mineros dejan de ir a la escuela, pero los que sí van presentan problemas de rendimiento escolar que se traduce en repeticiones o abandono del colegio, dificultad para aprender y comprender al profesor, se duermen en clases ya sea por cansancio físico, por cuadros de desnutrición o por la exposición al mercurio y cianuro. Son niños que pierden doblemente, porque pierden su presente y sacrifican su futuro.
Se puede concluir que este tipo de trabajo debe ser combatido, necesitando de acciones globales, que incluyan desde un nivel internacional, como los convenios de la organización internacional del trabajo (OIT), hasta la voluntad de aquellos que estén más cerca, en las comunidades donde ocurre.Pensar en una solución para el trabajo infantil, en un primer momento, parece sencillo: "sacarlos del trabajo y ponerlos en la escuela". Sin embargo se trata de una tarea muy compleja, que supone cuestiones no sólo económicas, sino también sociales, culturales y políticas.
Dada la complejidad del problema y de las causas que subyacen a él, el retiro sostenible de los niños de esta actividad no es factible por la simple disposición de la ley o a la fuerza. Retirar niños de este trabajo sin cambiar las condiciones de la minería artesanal ni la situación de estas familias y comunidades, no garantiza que otros niños no reemplacen a los retirados, o que estos no se desplacen de una zona minera a otra. Es por ello que la preocupación por este tipo de infancia y adolescencia debe concretizarse en proyectos de desarrollo con un enfoque de desarrollo sostenible.
A nivel global, el Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) es la mayor propuesta de cooperación técnica del mundo en materia de trabajo infantil. El IPEC estimula, orienta y apoya en más de 60 países las iniciativas de los gobiernos para eliminar el trabajo infantil. Desarrolla proyectos para crear las condiciones óptimas para erradicar progresivamente el trabajo infantil en la minería artesanal en el Perú. Dichos proyectos se desarrollan en colaboración con diversos actores sociales entre los cuales se encuentran organismos del Estado como el Ministerio de Energía y Minas, Ministerio de Trabajo, MIMDES, Ministerio de Educación, ministerio de salud así como las ONGs.
Hay un porcentaje alto de NATS en la provincia de Sánchez Carrión que necesita trabajar, que opta por resolver su problema de sobrevivencia a través de algo productivo. No optan por robar ni mendigar, pero en su necesidad sólo ven el día presente, no importa el después. Hay miedo de tener hambre y de ello se aprovechan los que realmente ganan, no importando si las actividades a la que exponen a los NATS son ilegales y altamente dañinas. Se trata de una problemática urgente que no podemos seguir ignorando.
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El trabajo infantil en minería artesanal presenta características que lo ubican como una de las peores formas de trabajo infantil, cuya eliminación está prevista en el convenio 182 de la OIT, ratificado por el Estado peruano en el 2002.
