El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación es el esfuerzo de miles de peruanos comprometidos en que no se olvide la violencia que vivimos en el país y la necesidad de cambios para que ello no vuelva a suceder. En ella se recogen testimonios de sobrevivientes y de familiares cuyos seres queridos fueron muertos, pero acompañado con una análisis de las causas y las secuelas de la confrontación sangrienta que sufrió el país. También se analiza la participación de diversos actores, sus responsabilidades y su no imputabilidad sobre aquello que hicieron u omitieron respecto a la justicia, la vigencia de los derechos humanos y la dignidad de cada persona. En parte se hace una reflexión sobre el uso de los medios para conseguir fines, de si tenemos derecho a decidir por la vida de los otros y sobre el tipo de reformas que necesitamos con urgencia. El informe no señala “bandos”: el gobierno versus los grupos terroristas, sino que nos hace ver cómo todos estuvimos involucrados, porque aunque no nos demos cuenta, esa violencia nos afectó y nos sigue afectando a todos y todas. Es vital darnos cuenta que contribuimos con el no cambio cuando seguimos pensando en una jerarquía de valor donde la gente del campo y aquellos que vienen de la “ jalca” son los que no tienen derecho ni siquiera a una tierra y agua sana, que le permita seguir sobreviviendo.
La mayoría de los que fueron muertos eran gente del campo, los “insignificantes” cuya desaparición parecía ser justificada por todos. Y eso se demuestra por la indiferencia como se ha tomado, en algunos sectores, este informe de la CVR, como si fuera problema de algunos.
Hace poco se ha conformado la asociación de familiares víctimas de la violencia armada de Sánchez Carrión. No se ha hecho propaganda porque su presencia supone cuestionarnos la manera tan fácil como sostenemos que estamos trabajando por la democracia y el desarrollo humano. Su existencia nos confronta con nuestras incoherencias e indiferencias. Es una labor que no garantiza un puesto de trabajo ni financiamiento externo. No ha beneficios sino un duro enfrentar el dolor y acercarse a la crueldad de la que todos somos capaces. Estas personas han esperado varios años para poder llorar a sus muertos -con otros-con justicia-en un espacio de seguridad y respeto, en la búsqueda de reivindicación, no de venganza.
El Informe Final de la CVR nos convoca a dejar la actitud de “espectadores” para actuar efectivamente sobre la tarea de que esto no vuelva a repetirse nunca más.
La mayoría de los que fueron muertos eran gente del campo, los “insignificantes” cuya desaparición parecía ser justificada por todos. Y eso se demuestra por la indiferencia como se ha tomado, en algunos sectores, este informe de la CVR, como si fuera problema de algunos.
Hace poco se ha conformado la asociación de familiares víctimas de la violencia armada de Sánchez Carrión. No se ha hecho propaganda porque su presencia supone cuestionarnos la manera tan fácil como sostenemos que estamos trabajando por la democracia y el desarrollo humano. Su existencia nos confronta con nuestras incoherencias e indiferencias. Es una labor que no garantiza un puesto de trabajo ni financiamiento externo. No ha beneficios sino un duro enfrentar el dolor y acercarse a la crueldad de la que todos somos capaces. Estas personas han esperado varios años para poder llorar a sus muertos -con otros-con justicia-en un espacio de seguridad y respeto, en la búsqueda de reivindicación, no de venganza.
El Informe Final de la CVR nos convoca a dejar la actitud de “espectadores” para actuar efectivamente sobre la tarea de que esto no vuelva a repetirse nunca más.